Al no ser un deporte de contacto, el juego del pádel no fue prohibido en el último año en Italia, lo que impulso la práctica entre aficionados a otros deportes, donde hasta hace poco no tenía casi relevancia.
En ciudades grandes de Italia, como Roma o Milán, no es necesario hurgar mucho para encontrar amigos, familiares o conocidos que reconocen haberse iniciado en este deporte en el último año. Algunas son personas que antes no practicaban deporte alguno. Otros son antiguos aficionados de otras disciplinas, como el fútbol no profesional o el crossfit, cuya práctica ha estado muy limitada en Italia por las medidas para frenar la pandemia del coronavirus.
De las 1.100 canchas que se calcula había en 2019 en toda Italia, se ha pasado a más de 2.600 que operan en la actualidad (750 son canchas cubiertas), de las que unas 800 abrieron tan solo en lo que va del año. Con ello, el número estimado de personas que practican este deporte se sitúa entre los 400.000 y 500.000 individuos, cuyo 35% son mujeres.
En un país tradicionalmente caracterizado por una fuerte brecha socioeconómica, pero también cultural, entre sur y norte, el pádel ha crecido de forma homogénea. Tanto que las primeras tres regiones por número de nuevas canchas son, este orden, Lacio, Sicilia y Lombardía.